Sobre la composición 2
Que pretendemos al hacer una fotografía,¿mostrar algo que agrade a quien lo vea, que guste?. Sepamos o no de proporciones, cuando una imagen nos llega, nos resulta más gratificante una cuyas proporciones reflejadas en los objetos enmarcados sean armónicas entre sí que otras distribuidas más caóticamente
No se trata de tener que hacer cálculos pero sí disponemos de atajos por los que nos acercamos a ese armonizar todo y conseguir el resultado que se pretende.
En primer lugar definamos lo bello. Aristóteles definió la belleza como la proporción entre las partes con el todo, la unidad en la diversidad. Pitágoras lo simplificó en armonía y proporción. Así que armonía es equilibrio y proporción entre los diferentes elementos de un conjunto para conectarse entre sí, consiguiendo ser agradable a lo sentidos. Esto nos lleva a lo bello, que no se corresponde igualmente en todas las culturas de la misma forma así como en todos los tiempos, pero si mantienen los códigos de cada una de ellas. En una cultura que se leen sus textos de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda, sus códigos de percepción visual no pueden ser los mismos que los de uno occidental que lo hace de izquierda a derecha. Sin embargo las proporciones son las mismas, las relaciones entre longitud y diámetro en la circunferencia sigue siendo 3,1416 y la naturaleza en todas partes del universo repite con frecuencia la razón aurea 1,618, así que de los principios establecidos extraídos de las matemáticas de la naturaleza es de donde se desprende lo estético, esto estudia la percepción de lo bello, es lo que nos evoca cierto placer intelectual o espiritual, se encuentra asociado a lo que consideramos hermoso y se desprende de esto que una cualidad común a lo bello es lo armónico. Diferente es el concepto subjetivo cultural de cada individuo para gustar o no el aspecto de los elementos que constituyen esa imagen, depende de la valoración personal de cada sujeto. El relativismo sostiene que las cosas son bellas o feas dependiendo del fin al que se aspira, pero se trata aquí de componer armónicamente todos esos elementos entre sí sin entrar a valora su belleza particular.
Lo que conocemos como normas de composición vienen de este disponer en el rectángulo que limita la fotografía las líneas de fuerza visual de lo que se representa. Para estas líneas y puntos de fuerza se aplica una relación directa con la proporción que en la naturaleza más se repite. Se corresponde con la proporción Aurea que es, (resumiendo decimales pues son infinitos), 6,18 y su similar,la sucesión de Fibonacci (1,1,2,3,5,8,13…) y que a partir del 12º número su cociente se iguala a la proporción Aurea.
La filotáxis es una parte de la botánica que se encarga de estudiar el ordenamiento de los elementos en las plantas y su regularidad, hojas, raíces, pétalos, etc. En estudios realizados por Brousseau en 1968, sobre 4290 piñas diferentes de California pudo observar que en sólo 74 de ellas, las espirales en las que se distribuyen las semillas, se apartaban de la sucesión de Fibonacci. Esta proporción armónica se repite en la naturaleza desde lo más pequeño, el ADN, hasta lo más grande en las formas de las galaxias.
¿Y como lo aplicamos a nuestras fotografías?. Los famosos puntos de fuerza formados por los torcidos en composición, nos indican una aproximación a los que son en la proporción Aurea. Con la ubicación de los motivos principales en la proximidad de estos, estamos consiguiendo, en principio, una expresión más armónica del conjunto.
Ante nuestro ojo,sólo una hoja en blanco no nos transmite ninguna tensión o dirección de fuerza, un solo elemento que se muestre, ya nos crea una dirección en función del formato del lienzo en que se encuadre y su posición.
La proporción entre el marco y la ubicación entre elementos principales va a determinar lo armónico del resultado.
En la composición intervienen una serie de factores añadidos que además de lo dicho actuarán sobre la comodidad o equilibrio visual y son los que hacen relación a la tensión generada por el peso de los objetos en función de donde se encuentren, creando un campo de fuerzas direccionalesque por lo general se suele tender, como norma, a equilibrarlos o en su caso conscientemente balancearlos hacia un propósito específico.
Componer no es solo ceñirse a tercios, cuartos o demás proporciones, sabiendo que el flujo dinámico de la mirada sigue unas pautas y que la primera percepción es global, con las líneas que sugieren las formas de la imagen y su ubicación permitiremos que nuestro motivo principal adquiera el protagonismo buscado evitando distracciones, espacios y huecos inútiles que malograrán el conjunto y lo desarmonizarán.
Nos encontramos con que lo que aparece en la fotografía tiene su peso por tamaño color tipo de fondo etc. Todo esto nos complica el simplificar todo a unas sencillas “normas de composición”, pero sobre esto puede uno,para su conocimiento, consultar las leyes de la Gestalt que enumeran claramente cómo actúa la percepción visual de acuerdo al formato, forma y ubicación de los componentes limitados por un encuadre.
Cada uno tiene su propia sensibilidad que se puede cultivar, que se puede orientar pero no cambiar y mucho menos imponerla.