Normas de composición si, normas de composición no, ¿son para saltárselas?
Antes de adentrarnos en esta discusión, que se suele mantener en los que comienzan dentro del mundo de la fotografía y otros que ya llevan tiempo, veamos en que puede ser que se basen todas las normas que se suelen decir que hay que seguir y el porque hay quien dice que son para saltárselas.
Para adentrarnos en este tema, en principio deberíamos repasar el conceptos como el del discurso visual en que se basa la publicidad y artistas tradicionales y actuales que han realizado las obras de arte que hoy son reconocidas por la mayoría de los entendidos en esta materia.
Maestro no nace porque si, un maestro ha tenido que aprender, tiene una técnica, ha demostrado un saber hacer que perdura con el paso de los siglos.
Actualmente los estudios psicológicos y los mecánicos nos han demostrado que en nuestra visión, cuando percibimos una imagen, se ponen en marcha unos mecanismos que son comunes a todos, con el maíz de que dependiendo de la cultura, de la forma de lectura y de la tradición visual, difiera aparentemente de una zona a otra del mundo por su estilo.
Deberíamos conocer y estudiar qué es lo que ocurre en nuestro cerebro cuando nos encontramos delante de una imagen.
Los mismos elementos, en el siguiente ejemplo, las tres imágenes, generan efectos diferentes.
Y como creadores de imágenes en este caso fotográficas, debemos partir por tener en cuenta que al hacer una foto ésta comunica algo y ha de ser cómodo de leer. Difícilmente va una persona a oprimir el disparador de su cámara si no quiere trasmitir algo. Una imagen es descriptiva de algo que puede ser de un paisaje, bodegón, puede ser también de una persona, de un grupo de personas, acontecimientos familiares, etc. Existe una intención y ésta ya conlleva un querer transmitirlo y para comunicarlo se requiere de una composición que se trata de una disposición adecuada de los objetos, elementos o personas que forman parte de ella.
Si realmente uno dispara la cámara compulsivamente o meramente queriendo reproducir lo que tiene delante sin apreciar que está comunicando algo personal, la realidad es que debería tener en cuenta el intentar por lo menos que eso se entienda, sea armónico o que agrade a la vista del espectador. Si una persona quiere, en su fotografía, comunicar tensión tendrá que componer la imagen de modo que el espectador sufra esa presión y le cree la inquietud que el propio autor pretende comunicar. Para todo esto es necesario tener un conocimiento y no se debe hacer el saltar una norma de composición por las buenas sin saber a que se deben éstas y lo que se está haciendo. Se dice que para poder desdibujar primero hay que saber dibujar.
No conviene dogmatizar nada en esta vida sobre ningún tema y en el que nos estamos ahora refiriendo por supuesto tampoco, las cosas van cambiando, los estilos van evolucionando, no permanece nada en el tiempo pero sin embargo, si estudiamos desde los principios del arte, en una obra veremos que mantiene unas proporciones y una geometría que la hace agradable, bella, apta para ser disfrutada visualmente. No pensemos que hoy, las obras que estamos viendo es todo lo que se producía, ocurre que lo que no tenía valor, todo eso ha desaparecido, los mediocres, las primeras obras de principiantes, lo que hacían los carentes de talento, todo eso ha desaparecido y hora ha quedado realmente lo destacable. Lo que ha quedado a lo largo de los siglos en la arquitectura, al igual que con todo el arte, lo que perdura es la calidad.
En las obras de los clásicos renacentistas se mantenían unas proporciones matemáticas estudiadas milimétricamente, hoy cualquiera que vea una fotografía que tenga un valor, si estudia las proporciones, si estudia la distribución de los cuerpos o elementos que en ella están verá que siguen muy próximas las mismas proporciones, y eso no quiere decir que a la hora de la toma fotográfica, previamente, todo esto se haya tenido en cuenta, realmente el fotógrafo ya lo lleva innato en la propia visión a la hora de encuadrar y a la hora de resolver la fotografía. No se trata de estar midiendo, se trata de tener esa sensibilidad y tener esa visión a la hora de componer cualquier imagen que vayamos a realizar.
Estamos hablando de una cualidad con la que o se nace o se aprende y cultiva. Es cuestión de tener sensibilidad, si uno la tiene todo aparece espontáneamente en su forma de componer no supone ninguna esclavitud a norma alguna.
Comencemos ahora, no por estudiar lo ya sabido y oído referente a las normas de composición tradicionales sino sobre estudios realizados a principios del siglo XX por psicólogos y estudiosos de la sintaxis visual.
Ante cualquier imagen, nuestro cerebro crea formas globales durante un primer instante, de modo que nuestra primera percepción no se limita a un detalle determinado. Esa globalidad, de acuerdo a la distribución de los elementos, genera un “movimiento” visual que nos llevará posteriormente a la particularidad del motivo principal y recorrer su entorno.
Los elementos que componen una imagen se analizan en su conjunto, y aunque se continúe considerándolos individualmente, inmediatamente el análisis final es el resultante del todo en su integridad. Todos los componentes mantienen una sinergia, o sea, una actuación conjunta que favorece el resultado final.
Tras esa primera percepción global, en un complejo proceso de interpretación sigue el análisis con el que estructuramos las partes distinguiéndolas entre si, (figuras, fondos, tamaños, contrastes, etc).
Puesto que se percibe una mecánica en el proceso perceptivo, el facilitar la lectura de una imagen se efectúa por medio de unas directrices compositivas que se aplican para hacer cómoda dicha visualización, que no existan huecos en los que perderse, desequilibrios, elementos que distraigan del motivo principal, disposición de formas de pesos inadecuados, etc. De todos modos uno es muy libre de escribir según el ejemplo 1, otra cosa es que se entienda lo que dice.
Este funcionamiento psicológico fue estudiado y desarrollado por el psicólogo Max Wertheimer y fueron reforzadas por Kurt Kooffka y Wolfgang Köhler compilándose en las teorías y leyes de la Gestalt que surge en Alemania a principios del siglo XX. En ellas nos describen lo que el receptor visual percibe y se refieren, entre otras, a la ley de figura y fondo, de agrupamiento, de semejanza, continuidad de los elementos, etc. Se pone especial énfasis en las percepciones subjetivas del individuo al recibir el estímulo de una imagen, la forma de interpretar la realidad a partir de las formas o figuras que creamos en nuestra mente. Todo esto es bien estudiado y conocido no solo por artistas plásticos sino por, en el sentido más práctico, por diseñadores, publicistas, escaparatistas y hasta los distribuidores de los lineales de supermercados. Sobre todo esto podemos obtener sobrada información vía internet buscando sobre la Gestalt.
Completaremos en una segunda parte de este comentario el de donde y el por qué de las normas compositivas más tradicionales, como la proporción aurea, tercios, etc. y donde aclararemos conceptos para decidir el si o el no a las normas de composición.